Esta es la idea




Desde pequeña, la famosa frase "una imagen vale más que mil palabras" se me fué metiendo en la cabeza y ya no pude pensar en otra cosa...

Con los 21 años llegó a mis manos una Pentax K1000 que me abrió todo un nuevo mundo, un mundo maravilloso, repleto de imágenes y posibilidades de expresión.

El tiempo pasó, las cámaras hoy son más, pero la curiosidad y la necesidad de transmitir siguen intactas en mí desde aquel día.Por eso quiero compartir algunas visiones de ese mundo con Uds, espero les sean de provecho...


martes, 17 de abril de 2012

El arbolito del trámite


No se si son los años, no se si son las mañas, pero me están pesando algunas cosas. Igualmente no soy original, ya verán que a cualquiera le pesan las cuestiones que pasare a exponer.
Resulta ser que por razones de índole más bien personal y privada, que les evitare para economizar, me di a la tarea de realizar una serie ininterrumpida de trámites.
La tarea parecía sencilla de acuerdo a la guía de trámites colgada en la versión 2.0 de oficina pública primera en la lista kafkiana. Lo que no decía la guía, ni siquiera en la letra chica, que los compañeros trabajadores de dicha oficina estarían haciendo paro 3 de los 5 días hábiles que normalmente, y con viento a favor, atienden. Eso seria solo una anécdota, lo de embocar el día activo digamos, si no se complementara con el resto del periplo burocrático.
Que el formulario debía bajarse en duplicado por Internet (todo el mundo tiene y sino andate a un ciber), que tiene 10 días de vencimiento (con o sin paro corren lo mismo), que debe estar firmado por profesional (siempre con firma certificada por colegio publico y su correspondiente arancel), que se deben acompañar copias originales y protocolares (muy formales ellas), que falta dictamen de precalificación (acá no entra cualquiera), que la declaración jurada (jurada me la tienen a mi que me pasean por toda la ciudad con este tramite).
Les ahorro un par de requisitos que total siempre falta alguno cuando se presentan los papeles y hay que volver al otro día, cruzando los dedos y apelando a la buena voluntad del funcionario que se apiada de los sufridos ciudadanos y reparte los únicos 150 numeritos diarios antes de abrir.
Si hasta aquí se han cansado, les recomiendo que se arremanguen porque esto recién comienza.
La segunda oficina tiene fama, y no en vano, de ser un laberinto macabro. Lo mas curioso que tiene son las pautas para los tramites, siempre hay condimentos que solo quienes trabajan allí conocen y nos retacean, creo yo, por un mero gusto sádico. La lógica de la claridad no se aplica en términos generales a lo que nos solicitan para avanzar en nuestro denodado trámite.
Que si no tenes CUIT no existís (a pesar de que toda tu humanidad esta frente a su rostro), que le falta un sello en alguna de las hojas (y así no se puede), que hace falta fotocopia del DNI de alguien (alguien que solo trajo su cedula por supuesto), que hay que dar de alta un impuesto (sonamos), que luego hay que pedir la exención del mismo impuesto (pongámonos de acuerdo), que no anda el sistema (de eso ya nos habíamos dado cuenta desde el principio, el problema ES el sistema).
La tercer oficina es claramente una picadora de carne, aunque pretenda justamente todo lo contrario con sus carteles de calidad de atención. Como se imaginaran esta orientada al cuidado de la salud, y ahí es donde he perdido la mayoría de la que a mi me queda, al menos en cuanto a la mental me refiero.
Que no consta respuesta de la compañía (que vive de no responder y cobrar todos los meses por ello), que el certificado medico ya esta vencido porque es del mes pasado (y estamos a dos del mes siguiente), que la contingencia no esta en la lista (por eso es contingente), que tiene que venir el damnificado personalmente (aunque se trate de alguien que esta en coma), que fue mal denunciado el siniestro (cuando el siniestro es el que lo denuncio mal).
No quiero aburrirlos o espantarlos mas, quien sabe no tengan que deambular por alguno de estos tugurios pronto.
Suena a consuelo de tontos que sea mal de muchos, pero compartiendo mis angustias cotidianas con otros sufrientes ciudadanos he descubierto que las formas y mecanismos torturantes son mas variados siquiera de lo que imaginamos y todavía mas aceptados por la humanidad en su conjunto con actitud corderil.
Ni que hablar del supremo momento de poder que disfruta el empleado de turno que con tu formulario en sus manos es poco menos que el dios del universo burocrático, así que mas te vale que haya dormido bien y que le caigas simpática porque sino no te puedo prometer nada viste, no depende de mi, como si se tratara de un favor y no un servicio, o hubiera un ser superior de los tramites al cual prenderle una velita por las dudas.
Los casos, como me gusta llamarlos, abarcan distintas experiencias, todas olvidables, aunque algunas dignas de convertirse en película protagonizada por Darin, y quien sabe con un oscar en potencia que redima tanto sufrimiento.
Tampoco voy a negar que no he pasado gratos momentos en estas aventuras, la adrenalina de correr para llegar antes del horario de cierre no tiene precio por ejemplo. O aquella conversación inigualable con un desconocido sentado fortuitamente junto a nuestra amargura y ansiedad.
Ya deseche teorías conspirativas, existencia de la OSA (Organización para el Sufrimiento Argentino) y otras tantas maniobras seudo organizadas. Lo mas estratégico que tienen los tramites para sobrevivir es su desconexión entre oficina y oficina, nada se relaciona entre si, y eso fortalece el carácter laberíntico del emprendimiento.
Pero al final, no se si por cansancio o por empeño, termino comprendiendo las particularidades del proceso, volviéndome una especialista en la materia laberíntica, aunque tal vez sea demasiado tarde y nunca mas quiera volver a hacer un tramite en mi vida.
Concluyendo, después de tantas horas de espera, viajes fallidos y esperanzas truncas; considero que lo que mas me consterna no es el tiempo desusado sino la ingenuidad perdida. Como en el viejo skecht de Pepe Biondi (jóvenes borregos googlear por favor) me resigno a aceptar que nunca voy a completar el trámite para plantar el arbolito, pero mientras tanto puedo conformarme con el arbolito del trámite que me hizo ir por las ramas esta noche.

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